La Quinta antes de Bolívar
La historia de la Quinta de Bolívar se remonta a 1670, cuando el bachiller Pedro de Valenzuela donó a la ermita de Monserrate 100 varas castellanas de tierra, ubicadas en el sitio llamado La Toma de la Aduana. En 1800, el capellán de Monserrate vendió el predio a José Antonio Portocarrero contador principal de la renta de tabaco de Santafé. El nuevo dueño construyó una quinta campestre que arregló para agasajar en su cumpleaños a la esposa del virrey Antonio Amar y Borbón. La familia Portocarrero fue propietaria de la casa hasta el 16 de junio de 1820, fecha en que el gobierno de la Nueva Granada se la regaló al Libertador como muestra de gratitud por los servicios prestados a la causa de la independencia
Bolívar y su Quinta
Bolívar fue propietario de la quinta por diez años aunque la habitó solamente por 423 días. En 1821, la ocupó por primera vez en dos ocasiones una en el mes de enero, antes de partir a la campaña que terminó con la independencia de Venezuela en la Batalla de Carabobo; y en octubre del mismo año, antes de iniciar la Campaña Libertadora del Sur, el 13 de diciembre.
Cinco años más tarde en noviembre de 1826 terminada la campaña del sur, Bolívar regresó a Santafé y reasumió la Presidencia de la República. Desde entonces y hasta su partida final en 1830, habitó de manera esporádica este lugar siendo su refugio luego de sus constantes viajes y del tenso ambiente político.
En 1828, cuando Bolívar vivía sus momentos más críticos, Manuelita Sáenz llegó a la quinta, ellos se habían conocido en Quito años antes y desde entonces surgió un profundo amor. Manuelita brindó apoyo incondicional al Libertador y a sus amigos, de quienes se convirtió en hábil consejera. Su presencia transformó la Quinta en lugar de fiestas y reuniones.
La Quinta fue testigo de eventos importantes en la vida de El Libertador como la instauración de la Gran Colombia y la culminación de la Campaña del Sur. También vivió los momentos críticos causados por los graves sucesos de la crisis republicana y la oposición de los enemigos a las ideas bolivarianas que culminó con su derrota política en la Convención de Ocaña. Esta Quinta sirvió de refugio al Libertador después del atentado del 25 de septiembre de 1828, donde su vida estuvo en peligro y cuando firmó la negativa a conmutar la pena de muerte a los conjurados por este hecho.
En 1922, la Nación se convirtió en su propietaria para adaptarla como museo y encargó su administración a la Sociedad de Embellecimiento. En 1968, el Ministerio de Obras Públicas asumió el manejo de la Quinta y en 1975 fue declarada Monumento Nacional.
En 1991, el Gobierno Nacional solicitó a la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá que restaurara la Quinta. Luego de más de siete años de trabajo conjunto con la Subdirección Nacional de Monumentos y el Ministerio de Cultura de Colombia, la Quinta recuperó el carácter de casa campestre y el aspecto que tuvo cuando el Libertador la habitó.
La Quinta después de Bolívar
El 28 de enero de 1830, pocos días antes de abandonar la capital, Bolívar traspasó la propiedad a su gran amigo José Ignacio París. Desde ese momento, la Quinta tuvo varios propietarios quienes la adaptaron para cumplir funciones diversas como: local de Colegio Santa Ana, casa de salud, fábrica de pita - bebida similar a la cerveza - y de tenería; estas innumerables modificaciones significaron la destrucción parcial de su arquitectura original.
En 1918, la Academia de Historia y la Sociedad de Embellecimiento - hoy llamada Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá - propusieron al Estado que adquiriera el inmueble y lo destinara para Museo Bolivariano.
En 1922, la Nación se convirtió en su propietaria para adaptarla como museo y encargó su administración a la Sociedad de Embellecimiento. En 1968, el Ministerio de Obras Públicas asumió el manejo de la Quinta y en 1975 fue declarada Monumento Nacional.
En 1991, el Gobierno Nacional solicitó a la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá que restaurara la Quinta. Luego de más de siete años de trabajo conjunto con la Subdirección Nacional de Monumentos y el Ministerio de Cultura de Colombia, la Quinta recuperó el carácter de casa campestre y el aspecto que tuvo cuando el Libertador la habitó.
En el 2019 los representantes de todos los países libertados por Simón Bolívar se reunieron en la Plaza de banderas de la Casa Museo para conmemorar sus procesos de independencia y reconocer la idea de unidad continental impulsada por el Libertador.
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Recuperación arquitectónica y restauración de la quinta
A partir del momento en que Bolívar recibió la quinta como obsequio, la casa empezó a ser acondicionada para servir de habitación al entonces Presidente de la República. Aunque el Libertador intervino poco en los arreglos y la decoración, pidió al vicepresidente Santander que se la arreglara, mandó a construir una chimenea, y al parecer, hizo los planos del "Mirador". Además de hacer habitable la deteriorada casa, Santander emprendió una gran reforma: mandó a construir el "Comedor".
Durante el proceso de restauración, se encontraron vestigios de pintura: decoración color verde pistacho, figuras fitomorfas, representaciones alusivas a motivos vegetales y figuras geométricas en forma de grecas. Donde fue posible, la pintura mural fue reconstruida. Otro descubrimiento significativo fue la ubicación de la "Cocina". Los vestigios de hollín, grasa, canal de desagües, hornos y una ventana, que servía para la iluminación y extracción de humo, permitieron reconstruir este lugar, uno de los más antiguos de la quinta. Aquí, como en los demás espacios, se restableció el piso original: tablones de ladrillo puestos a 45 grados.
Hasta antes de la restauración, el aspecto exterior de la casa era producto de las intervenciones de los últimos años, cuando se pretendió "enlucir" la quinta. En ese entonces, se reemplazó la modesta portada por la que hoy vemos, de estilo republicano; se construyó un camellón de acceso rematado en una inapropiada escalinata de piedra que rodeó la vivienda con una baranda en madera. Durante la restauración se construyó la escalinata, y gracias a las evidencias, el pretil posterior, uno de los elementos más utilizados en las casas de campo de la época. Por ello, no será igual a la casa que conocimos hace más de 30 años, pero seguramente se parecerá muchos más a la que albergó al más grande hombre de América, Simón Bolívar.